retomar viejos hábitos es difícil y las más de las veces mejor no hacerlo. en este momento de pura ciclotimia en que voy alejándome del brutal desencuentro anímico conmigo y con el mundo, aprendiendo a tropezar mejor con la realidad (es que voy desmantelando irrealidades históricas y complejas), vuelvo a comer el último melón. vuelvo a escribir en babilonicas. todo vuelve a ser un poco más dulce: hoy empezaron mis clases de teatro, abril está cada vez más cerca, nuevas sonrisas feminoides me iluminan -o sé que van a hacerlo.
¡brindo por las flores nuevas de casa que ayer estuve transplantando!
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