lunes, 16 de febrero de 2009

Irina Palm

Ella se llama Maggie y es una vieja viuda bastante aburrida. Su nieto está muriéndose y necesita tratarse en Australia. Naturalmente, el dinero para los pasajes y la estadía no lo tiene nadie, ni ella ni su hijo, y tampoco tienen forma de acceder a él -no hay trabajo ni posibilidad de recibir un préstamo.
Así como la desesperación puede destrozar cualquier pretensión de bienestar (cualquier bienestar mismo) y paralizar hasta la inacción absoluta, también puede provocar un encuentro con el costado osado y tremendamente valiente que ella, Maggie, lleva consigo, oculto por lo eterno de la vejez y la insatisfacción.
Precisamente, de cosas por el estilo -aunque esta comparación, por ahora, es un poco tirada de los pelos- vengo conversando con un amigo por mail. Podemos decir que nada es en sí mismo bueno ni malo, positivo ni negativo. Sé que no es la verdad revelada, pero está bueno recordarlo.
Y Maggie, inmersa en una vida sin sentido, en el final sin sentido de una vida tal vez no muy feliz, parece sentirse más humana y viva que nunca cuando empieza a trabajar en Sexy World, un puterío del Soho de Londres.
Ingenua -claro está, no podía ser de otra manera- solicita el trabajo que se ofrece en la puerta del local: "Hostess Wanted", y comienza a trabajar por 600 pounds a la semana. Una chica, compañera de trabajo ya algo experimentada, le enseña lo que tiene que hacer y algunos pequeños trucos, que Maggie después mejora hasta el paroxismo convirtiéndose en la "Mejor mano derecha del Soho de Londres". Lo que hace es hacerle la paja a tipos que meten su pija por el agujero de una pared: se unta lubricante en la mano y los hace acabar con delicadeza, como un terremoto que se deliza destruyendo todo, como la lava cayendo por el volcán.
Por eso, a no confundir peras y manzanas: hay que saber pedirle a cada cosa aquello para lo que está hecho. Y ella, resbaladiza y suave, satisfará el pedido, como la Virgen al buen devoto.
Así, la esencia y lo absoluto se disuelven y todo se ordena en función de un proyecto: lo digno es hacerlo funcionar.

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