miércoles, 18 de febrero de 2009

Corazón dulce

No sé ni qué decir sobre el melón que estoy comiendo. Es el más dulce que comí en mi vida, y estoy tan contento de haberlo comprado, que acabo de decidir comérmelo todo ahora. Desde el año pasado vengo esperando que baje el precio: en diciembre costaba 12 pesos y hoy lo pagué 7. Además, aprendí a reconocer un buen melón: tiene que oler: ya maduro -también pasa esto con la frutilla- larga un aroma, un aroma a melón dulce. Otra clave es dejarlo en la heladera unas horas antes de comerlo: no existe comer melón natural. Y esto lo distingue, para mi paladar, de otras frutas que no me gustan o no puedo comerlas frías: durazno, banana, pelón, manzana -que casi no me gusta en realidad-, mandarina. Hablando de esto, es interesante que así como es cualquiera comer melón natural, quienes meten la mandarina en la heladera no entienden nada.
De todos modos, si de frutas hablamos, en Bolivia nos dejan así -así- de chiquitos. Tienen mamón (o papaya, como prefieran decirle) y mango más baratos que comprar caramelos sugus en un kiosco. Y ahí sí ya no me importa nada, los como naturales y son tan ricos como los fusiles de La Viña del Abasto, aunque decir esto puede sonar como confundir peras con manzanas. Lo que me remite a mi niñez, en la que me deleitaba con mi padre comiendo pera fría con dulce de leche, mientras otras tardes, tal vez en épocas anteriores a la pera, armábamos zoológicos en el piso de mi habitación, cosa que me apasionaba tanto como llegar en estos días a casa después de sufrir el calor asqueroso del asfalto y prender el aire acondicionado. Por cierto, creo que es el mejor invento que nos ofreció el avance tecnológico.

martes, 17 de febrero de 2009

Martes 17 de febrero, 2009

Hoy en teatro se dijo que "...para sostener algo hay que saber abandonarlo".
Que "...no hay que hablar del conflicto".
Que respiremos y disfrutemos del aire "como si bebiéramos agua": y así pensé en llamar a mi ópera prima, Como si bebiéramos agua.
Que "hay que estar, no representar".
Se habló de la situación, del ritmo, del ritmo de la situación, del cuerpo que te salva, de los silencios, de cómo narran los silencios.

Ya de vuelta en casa empecé la impresión de mi primer libro.

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Un poeta amigo me aceita con su poesía

ORUM

Yo soy la mujer y yo soy el hombre.

Yo soy el anciano y yo soy el niño.

Yo soy el adulto y yo soy el adolescente.

Yo soy el perro…y el amo.

Yo soy el futbolista…

Y soy la pelota.

Yo soy el cuerpo y yo soy la sombra.

Soy el asombro y el tedio… (Su sombra).

¡Yo soy la asombrosa sombra!

Soy la guerra y soy la tregua.

Soy la piña…

…y la jeta.

Yo soy el gesto y yo soy el Voyeur.

Soy el gesto del Voyeur.

Yo soy la guillotina y yo soy la cabeza.

Soy la revolución y soy el viejo orden.

Yo soy la loba…

Y yo soy Rómulo.

Yo soy Roma…

Yo soy Roma en broma.

Yo soy MURO…

lunes, 16 de febrero de 2009

Irina Palm

Ella se llama Maggie y es una vieja viuda bastante aburrida. Su nieto está muriéndose y necesita tratarse en Australia. Naturalmente, el dinero para los pasajes y la estadía no lo tiene nadie, ni ella ni su hijo, y tampoco tienen forma de acceder a él -no hay trabajo ni posibilidad de recibir un préstamo.
Así como la desesperación puede destrozar cualquier pretensión de bienestar (cualquier bienestar mismo) y paralizar hasta la inacción absoluta, también puede provocar un encuentro con el costado osado y tremendamente valiente que ella, Maggie, lleva consigo, oculto por lo eterno de la vejez y la insatisfacción.
Precisamente, de cosas por el estilo -aunque esta comparación, por ahora, es un poco tirada de los pelos- vengo conversando con un amigo por mail. Podemos decir que nada es en sí mismo bueno ni malo, positivo ni negativo. Sé que no es la verdad revelada, pero está bueno recordarlo.
Y Maggie, inmersa en una vida sin sentido, en el final sin sentido de una vida tal vez no muy feliz, parece sentirse más humana y viva que nunca cuando empieza a trabajar en Sexy World, un puterío del Soho de Londres.
Ingenua -claro está, no podía ser de otra manera- solicita el trabajo que se ofrece en la puerta del local: "Hostess Wanted", y comienza a trabajar por 600 pounds a la semana. Una chica, compañera de trabajo ya algo experimentada, le enseña lo que tiene que hacer y algunos pequeños trucos, que Maggie después mejora hasta el paroxismo convirtiéndose en la "Mejor mano derecha del Soho de Londres". Lo que hace es hacerle la paja a tipos que meten su pija por el agujero de una pared: se unta lubricante en la mano y los hace acabar con delicadeza, como un terremoto que se deliza destruyendo todo, como la lava cayendo por el volcán.
Por eso, a no confundir peras y manzanas: hay que saber pedirle a cada cosa aquello para lo que está hecho. Y ella, resbaladiza y suave, satisfará el pedido, como la Virgen al buen devoto.
Así, la esencia y lo absoluto se disuelven y todo se ordena en función de un proyecto: lo digno es hacerlo funcionar.

domingo, 15 de febrero de 2009

La dulce espera

Me pregunto cuándo voy a poder escribir, como el Indio,
No sueño más con vos
ya cayó otra flor del cielo
te voy a robar esta canción de amor
y de consuelo.
Mientras tanto, me entretengo delirando, alejando a los recuerdos que me golpean como un rayo, como la magdalena de Proust.

martes, 10 de febrero de 2009

luna redonda en caminito

"... no puedo yo mismo (...) construir hasta el fin mi historia de amor (...); el fin de esta historia, exactamente igual que mi propia muerte, pertenece a los otros..."
Fragmentos de un discurso amoroso, Barthes.

"Justamente. No hay nada que entender, ella misma me lo dijo la última tarde. Hay que creer."
Carpe diem, Castillo.
Y a mí me dijo lo mismo. Ayer.

lunes, 2 de febrero de 2009

mejor soñar

viajar de noche en avión y ver la ciudad con sus luces pequeñas que sonríen desde abajo y desde lejos, es como caminar por la paz después del atardecer mirando las montañas que la rodean y sus casas todas brillando con delicia. la paz de noche es como volar en avión, es un naufragio en los espejismos del aire y de la altura. posiblemente bolivia sea el lugar que más confunde lo terreno con lo celeste. a apenas unos kilómetros de la paz, las nubes dejan de estar en el cielo, o las personas dejan de estar sobre la tierra, y moverse en bus es como navegar un mar celestial, o volar un cielo demencial. no es menos posible que bolivia sea el país que más obliga a comer todo el día, es que ofrece tal cantidad de pequeños manjares callejeros, que la capacidad de resistencia al consumo es casi nula. también suena perfectamente posible la tesis de que bolivia es un país manejado enteramente por criaturas, léase niños, criaturas cuya velocidad de crecimiento es sorprendentemente alta, entiéndase algo así como que los bolivianos se hacen adultos al cumplir los 8 años, adquiriendo los derechos y garantías que los convierten en ciudadanos libres. sonríen y miran como si ya hubieran vivido 3 veces más de lo que vivieron, andan por sus calles tan dueños de sí como tantos adultos nunca se sentirán. la fantasía inhóspita que, pese a su hostilidad, no impidió que me mueva por estos lares, la encuentro, hoy, bastante irreal. posiblemente no podía ser de otra manera, a fin de cuentas era una fantasía. por eso, mejor soñar.