martes, 25 de agosto de 2009
Reinauguro blog
Ayer me levantaba por la mañana escuchando a Victor Hugo, un nuevo hábito, uno de esos hábitos de los que uno se adueña cuando conoce ciertas personas que tienen hábitos lindos para adueñarse, como condimentar la comida según colores o no decir de una obra de teatro que es "una mierda". Victor Hugo recordaba el 110º aniversario del nacimiento de Borges y yo el 89º del de mi adorada abuela Ruque, la más adorable de mis dos abuelas y, claro, la que primero murió. No era la más adorable por contraste, eso lo hubiera logrado cualquier abuela; tenía un don amoroso muy lindo y muy especial, una papada blanca muy tentadora que pedía siempre a gritos ser manoseada, unos huevos fritos aceitosos en cualquier momento y una hermana casi igual que también fue mi abuela y cuya papada era todavía más manoseable. Su casa en la calle Lerma fue un refugio sagrado que todos sabíamos gozar ilimitadamente y con todos me refiero a todos, nietos, hijas, yernos, hermanas, cuñados, etc, etc. Mi otra abuela, la que vive, no tiene de abuela más que la edad y cierto lazo sanguíneo conmigo; no tiene de madre más que un rótulo extraño: "mami", que lo utilizan por igual sus dos hijos y que no pega mucho con ella. La semana pasada me enteré que, con sus 84 años, le empezaron a agarrar unos episodios de desorientación en los que de repente y en la calle no tiene idea de dónde está. Episodios que a mi viejo lo motivaron a comprarle una chapita de plata grabada que dice: "SI ME PIERDO, COMUNICARSE AL..." Lo más importante de esa chapita es que no la compró en una veterinaria ni es para ningún perro ni ningún gato. Es para su mamá. Es para mi abuela.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
agradezco el regreso..
ResponderEliminarplebe felicidad
(luego seguiré)
kamong
garber! hoy entré a tu blog después de millones de horas y leí esto
ResponderEliminary reconocí lo de los colores de los condimentos
espero estar en lo cierto
si no lo estoy, pues feliz coincidencia.
seguirete leyendo
besotazo
mara brenner
yo también entro cada millones de horas, marula, y sí, estás en lo cierto.
ResponderEliminaragradezco tu comentario, kamong,
ResponderEliminary confieso que la mía es una felicidad burguesa.