jueves, 1 de enero de 2009

la odisea

los meses del 2008 fueron muy largos pero pasaron muy rápido. grandes dosis de vida, muchas cosas nuevas y más movimientos. conocí gente, una gran mujer, más mujeres, pensé y hablé más que en muchos otros años, la verdad se chocó conmigo y empezó a darle forma a mi vida, descubrí caballito -y me econtré con san sebastián- y el teatro. averigué que un cambio de rumbo en mi vida, por haber nacido bajo la égida de la terapia con alejandro, es -o puede ser- más verdadero que muchos otros anteriores, nacidos de arrebatos pseudoprestigiantes y en definitiva superficiales y mentirosos, destructivos y dañinos. y aunque la sospecha siga en pie, puede serme útil para el embarque.
en medio de todo esto siento que me cuesta, y un poco lo entiendo, estar de acuerdo con onetti cuando dice "... la asombrosa seguridad de que no hay respuestas". y es que tal vez, habiendo también entendido que si uno busca la verdad ésta se vuelve inencontrable (casi, diría, por razones obvias: no existe tal verdad, allí, a la espera de ser alcanzada y apropiada), su acercamiento y su más cotidiana presencia en mis días se convierten en respuestas o en simulaciones de respuestas: una especie de reducción de la incertidumbre y del desconcierto.
en fin, si la travesía por el 2008 produjo una organización serena -a veces no tan serena- de mi vida, de algunas ideas y de algunos proyectos, me asusta un poco que haya terminado el año. y, al mismo tiempo, me aleja rotundamente, o eso quisiera, de todo gran temor vocacional o existencial. lo que sigue requerirá de valentía y pasión, de la asunción de riesgos -más- y de la capacidad de asimilar toda zona oscura en el encuentro cara a cara con las verdades que se me acercan y empiezan a contarme de su existencia.
el tren ya partió, y yo, que creía que venía saturado de gente y que mi acceso era bastante restringido (no tenía pasaje y había llegado tarde a la estación), me encuentro ahora arriba, viajando velozmente y avistando los asientos -todos ellos disponibles- de los que apropiarme para fabricar realidad.

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